Jorge Fernández Menéndez, el martes 6 de julio en Excélsior: "Las alianzas funcionaron y quienes creímos que no iban a hacerlo nos equivocamos. De eso no hay duda". Ciro Gómez Leyva, el miércoles 7 en Milenio: "En lo personal, una disculpa por haber escrito aquí, con base en lo que marcaban las encuestas, que (Xóchitl Gálvez) tenía que mandar al diablo a esa alianza desmedrada, podrida, que la llevaría al abismo". ¿Y los demás?
El martes 26 de enero, ante los diputados de Acción Nacional, el presidente Felipe Calderón dijo que "quienes privilegian las maquinarias partidistas, por encima de los ciudadanos, seguirán optando por un sistema político cerrado y bajo su control". Lo más importante, ¿cómo no coincidir?, que "este esfuerzo de transformación debe estar encabezado por los ciudadanos. Si la resistencia viene de los aparatos burocráticos partidistas, deben ser los ciudadanos los que rompan tales aparatos".
Y un guiño interesante: "invitemos a todos a sumarse a la discusión de la reforma política en los diferentes foros de expresión y opinión (...) como las redes sociales en internet". Recordemos cómo en las vísperas de las elecciones federales de 2009, sin acceso a los medios convencionales, sin recursos, atacados por todos los partidos, con una campaña nacional pero desarticulada, los anulistas llegaron a más de 10% en la Ciudad de México.
¿Qué pasará cuando las alianzas contra la restauración del PRI en los estados escale a las redes sociales?
El texto de Héctor Aguilar Camín publicado por Milenio el jueves 28 de enero es lo mejor que he leído a propósito de los dos grandes temas que ahora merecen atención y crítica: la reforma política propuesta por el presidente Felipe Calderón -desde el 2 de septiembre-, y las alianzas de partidos para impedir la restauración del PRI... imaginando el México que queremos tener en 2018. ¿Y si realmente Calderón apuesta por ser el presidente de los ciudadanos, contra los partidos -incluso el propio-, para preparar la permanencia de Acción Nacional en Los Pinos? Sería inteligente a la manera de aquella definición de "inteligencia: la capacidad de tener dos ideas contradictorias y seguir funcionando".
Insiste el viernes 5 de febrero también en Milenio, con un inmejorable resumen de la hipótesis que comparto (y deseo): "la estrategia de alianzas del PRD y el PAN para derrotar al PRI en algunos estados es parte de la estrategia gubernamental hacia la sucesión del año 2012, un camino para impedir lo que hoy parece caer de su peso: el regreso del PRI a Los Pinos (...) La oposición reunida contra el PRI en distintos estados, con un candidato único presentado en la lógica de que es el candidato de los demócratas renacidos contra los priistas autoritarios de siempre, puede dar victorias y encarecer las derrotas con protestas poselectorales. Si las alianzas funcionan en algunos estados, pueden funcionar también el año entrante en las elecciones del Estado de México, donde los votos sumados del PAN y el PRD son mayoría —como en casi todos los estados. Perder las elecciones de su estado desinflaría la candidatura de Peña Nieto y emparejaría automáticamente la carrera por la sucesión presidencial, pues los candidatos sustitutos del PRI parecerían alcanzables por los candidatos del PAN y por los del PRD".
(Por cierto, en su colaboración del martes 16 de febrero expresa que para él esta posición es "esquizofrénica" y "incomprensible").
En cuanto a la alianza del PAN y el PRD contra el PRI particularmente en estados tan atrasados -por tanto, tan cercanos al PRI- como Hidalgo, Oaxaca y Puebla, con candidatos sin partido, el mejor resumen de los argumentos favorables lo he encontrado en el artículo de Denisse Dresser (Reforma, lunes 25 de enero): "Adiós alimañas", diez razones para apoyar las alianzas PAN-PRD.
La riqueza de la discusión, a la que ya debemos entrar de lleno, se muestra en el estimulante artículo de José Woldenberg del jueves 28 de enero en Reforma ("Dos lógicas"), que presenta un excelente resumen de las dos posiciones, con sus argumentos.
viernes, 29 de enero de 2010
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