domingo, 19 de diciembre de 2010

Educación para el crecimiento a largo plazo

Leo en el número de diciembre de Nexos uno de esos textos que

jueves, 1 de julio de 2010

La justicia y los bueyes de mi compadre

La Suprema Corte ordenó la liberación de doce de los activistas que provocaron un enfrentamiento violentísimo con las policías en San Salvador Atenco, en el oriente del Estado de México. Y nuestra izquierda buena onda lo aplaude como un acto de justicia.

Antes, ordenó la liberación de tres mujeres (¡indígenas!, por Dios, qué suerte que además de mujeres sean indígenas, doblemente vulnerables, renta política doble) que en Querétaro alentaron y dirigieron la retención con amenazas de violencia de varios agentes federales: un secuestro. Y nuestra izquierda buena onda lo aplaudió como un acto de justicia.

Antes, definió culpas pero -en buena hora, pues no está para eso, y todos lo sabían desde siempre- se resistió a señalar culpables por el incendio aparentemente accidental de una guardería donde murieron 49 niños. Y la izquierda buena onda lo abucheó como un acto de no justicia.

El primer aniversario de la muerte de los niños casi coincidió con el segundo aniversario del operativo de la policía de la ciudad de México -que gobierna la izquierda institucional- en una discoteca donde murieron aplastados varios adolescentes, a los que hubieran extorsionado. Y la izquierda buena onda... volteó para otro lado.

Antes, la Suprema Corte se negó a amparar a un grupo de golpeadores apoderados de la mina de Cananea durante más de dos años para defender a su líder Napoleón Gómez Urrutia, prófugo en Canadá porque robó 55 millones de dólares a su sindicato. Y la izquierda buena onda convierte a un criminal corrupto en precursor de una nueva revolución.

Y falta la decisión sobre la extinción de Luz y Fuerza, seguramente contraria a la que esperan el SME y sus "tontos útiles" de la izquierda buena onda. "Compañeros de ruta", les decíamos... desde la izquierda. (Agrego el lunes 5 de julio: sí, por unanimidad, el pleno de ministros de la Suprema Corte desechó el recurso del SME y confirmó la constitucionalidad del decreto del presidente Felipe Calderón que el 10 de octubre de 2009 ordenó la extinción de ése pozo sin fondo).

El lunes 26 de julio, Carlos Marín en Milenio lo documenta: ¡es el dinero, estúpidos!, cientos de millones de pesos de los que no pueden disponer los restos del SME y su dirigente Martín Esparza porque no logran el reconocimiento de la Secretaría del Trabajo, ¡4 millones de pesos semanales sólo por cuotas sindicales de jubilados! Bien valen una falsa huelga de hambre.

¿Qué pasa? ¿Cuándo se jodió la izquierda?

Una minoría radicalizada, aparentemente ligada a los restos del EZLN (y quizá a alguna de las patéticas guerrillas que sobreviven aquí y allá), lleva su oposición a la construcción de un aeropuerto internacional en Atenco hasta la provocación de un violentísimo enfrentamiento con la policía estatal del Estado de México y la policía federal. Retienen a funcionarios estatales que intentan una solución negociada, los atan y los rocían con gasolina (¡los secuestran!) Una respuesta desproporcionada de las policías, que lógicamente implica maltrato y excesos, provoca un procedimiento judicial típicamente descuidado, que usa la Suprema Corte como excusa para ordenar la liberación de doce (sí) criminales.

Para ubicarse en el caso de Atenco -y sus consecuencias- me ayuda, otra vez, Luis González de Alba desde su columna del lunes 5 de julio en Milenio: "Pero (la Suprema Corte) añade un elemento grave: como se dieron esos delitos en el contexto de una 'protesta social', deben disculparse (yo subrayo). La Corte hace jurisprudencia. Y también deberá mandarse hacer togas nuevas impregnadas de retardante de fuego… para cuando una protesta social los alcance".

El riesgo es mayor, según refuerza Jorge Fernández Menéndez en su columna del jueves 8 de julio en Excélsior: "En la frenada Ley de Seguridad Nacional, el Senado aprobó que en caso de levantamientos sociales el Ejército no podría intervenir para sofocarlos. Por supuesto, ni la Corte ni los senadores que aprobaron esa ley se molestaron en explicarnos qué entienden por demandas sociales en beneficio de la comunidad o levantamientos sociales. Llevados a los hechos, de la misma forma en que los dirigentes de Atenco fueron dejados en libertad, a pesar de que todos vimos por televisión y algunos en vivo y en directo cómo estaban cometiendo delitos muy graves (yo subrayo), el día de mañana, si esa ley no es reformada en la Cámara de Diputados, se podrá argumentar que no se puede enfrentar un levantamiento armado que, en última instancia, siempre tendrá justificaciones sociales (...) Es un llamado a delinquir con impunidad si se hace bajo un cobijo real o supuestamente político".

En el caso del incendio en la guardería, el problema no es entre la ley y la justicia. Para las buenas conciencias, el problema es entre la justicia y la venganza. Se busca histéricamente la venganza. El reflejo es buscar culpables para castigar. Se buscan culpables para ocultar la propia culpa.

¿Por qué culpar al gobernador del estado, al presidente municipal, al director del Seguro Social...?, ¿y por qué no al presidente de la república, al Papa y al secretario general de las Naciones Unidas? ¿Pero es que los padres de los niños no se dieron cuenta nunca de las condiciones del lugar donde dejaban a sus hijos? Pues no, seguramente se desentendieron nomás, como es lo habitual. ¿Los padres de los niños no son culpables también, los padres de los niños no son los principales responsables?

Y finalmente el aplauso bobo a la histriónica madre que gana sus 15 minutos de fama pública increpando al padre todopoderoso que ya no es el presidente de la república. ¡Qué valiente!, ¡cuánta audacia! Acepta las indemnizaciones y la atención médica en el extranjero, los seguros y las becas vitalicias... pero no le basta, necesita saber que alguien, cualquiera y mientras más poderoso mejor, es castigado con la cárcel, aunque por supuesto el castigo no devuelva la vida o la salud a los niños. ¡Qué arrogante!, ¡cuánta irresponsabilidad!

¿Se repetirá la tragedia? ¿Cuándo, dónde? ¿Quiénes serán las próximas víctimas? No prevenimos la tragedia. Nos preparamos para la siguiente cacería de culpables.

lunes, 19 de abril de 2010

Representación y eficacia

Jesús Silva Herzog en su colaboración de hoy en Reforma: "Mientras el famoso populista gritaba ¡al diablo con las instituciones!, nuestros tecnócratas impacientes gritan ¡al diablo con las negociaciones!, hay que eliminarle obstáculos al gobierno". "Bajo el mayoritismo se esconde, en primer lugar, una expectativa ilusa. Quienes proponen barrer los obstáculos a la Presidencia sugieren que, con el campo libre, el Ejecutivo impulsará las reformas que nos hacen falta (...) No solamente confían en que la razón se alojará en el poder, sino que creen que las instituciones son el poder (...) La lógica tecnocrática se esconde en el prestigio del mandato electoral (pero) los votos no instruyen al gobierno, sólo lo integran".

José Antonio Crespo lo llama mayoritarismo, en su artículo del miércoles pasado en Excélsior: "yo me ubico en favor de tales mayorías gobernantes que faciliten el impulso al proyecto gubernamental y reduzcan la probabilidad de conflicto entre poderes, pero no a través de la distorsión de la representación ciudadana o dañando la pluralidad. Por eso me inclino por el parlamentarismo, que (...) facilita la formación de una mayoría gobernante pero conformada por más de una fuerza política".

Lo he leído de varios analistas políticos: ¿por qué el PRI, que en nombre de su precandidato presidencial Enrique Peña argumenta por la sobrerrepresentación para asegurar la mayoría parlamentaria, no la usa ahora mismo (que la tiene en San Lázaro con el Partido Verde) para promover los cambios que supone indispensables para el país?

Luiz González de Alba, hoy mismo en Milenio, cita "el 'dilema del prisionero', que en todo se parece al de nuestros legisladores: dos prisioneros reciben la oferta de denunciar al colega y así rebajar su propia condena. Si solo uno delata, la pena se carga sobre el otro; si ambos callan, se reparten una pena media. Pero si ambos denuncian la pena aumenta. ¿Callo o traiciono? Lo mejor es callar… siempre y cuando el otro no traicione. Hace falta confiar en el otro".

Y llama la atención sobre el "dilema de Woldenberg" que resulta de la discusión entre María Amparo Casar, Jorge Castañeda, José Córdoba y José Woldenberg publicada en el número de abril de Nexos.

(Casar abunda en sus argumentos en un artículo publicado el martes 20 por Reforma con un título elocuente, "¿Minorías paralizantes o mayorías paralizadas?": "Es cierto que el mayor reto de una democracia es formar mayorías para gobernar". Pero "si estas no se construyen en las urnas, la salida es construirlas a través de la política que es, en esencia, negociación").

En su artículo del sábado anterior, también en Reforma, Jaime Sánchez Susarrey: "Tanto la segunda vuelta como el candado de gobernabilidad buscan otorgarle al Presidente mayoría en la Cámara de Diputados para que aplique su programa en la primera mitad del sexenio. En ese contexto, la elección intermedia otorga a los ciudadanos la facultad de respaldar al Ejecutivo o de sancionarlo por su mal desempeño votando por las oposiciones".

Y el extraordinario resumen de Ulises Beltrán y Alejandro Cruz publicado en Excélsior el lunes 5. Cita in extenso: "La representación política existe para formular reglas y políticas públicas. El Congreso no es solamente un cuerpo deliberativo. Es un órgano colegiado donde nuestros representantes producen las reglas del juego que propician o impiden la realización de las metas comunes que el país demanda. Como órgano colegiado que es, no se rige por reglas de deliberación que conducirán indefectiblemente al ansiado 'consenso nacional' que supuestamente está ahí esperando que la razón y la buena fe revelen. Se rige por las reglas propias de todo órgano colegiado en los que la que impera es la formación de mayorías por medio de juegos cooperativos. Lo que define las reglas del juego en estos casos son las oportunidades de beneficio disponibles a cada uno de los participantes en este juego. El poder de los participantes está definido por la capacidad relativa que tiene cada jugador de contribuir a la formación de la coalición ganadora. La representación proporcional de los partidos en el cuerpo legislativo resulta en muchos casos en una sobrerrepresentación de los partidos minoritarios, que les da un poder desproporcionado y fragmenta o impide la capacidad de decisión de la mayoría y, con ello, la funcionalidad de la democracia" (subrayado mío).

Publican una tabla comparativa de los resultados de las últimas cinco elecciones federales ajustados por el llamado "valor de Shapley-Shubick". En 2006, el PAN tiene 19%
menos presencia parlamentaria que la lograda en las urnas, el PRD 4% menos que apenas compensa la mínima sobrerrepresentación de las franquicias PT y Convergencia, y en cambio el PRI 13% y su aliado el mercenario Partido Verde 6% más con lo que aseguraron el control de la Cámara de Diputados.

viernes, 29 de enero de 2010

Contra la restauración del PRI

Jorge Fernández Menéndez, el martes 6 de julio en Excélsior: "Las alianzas funcionaron y quienes creímos que no iban a hacerlo nos equivocamos. De eso no hay duda". Ciro Gómez Leyva, el miércoles 7 en Milenio: "En lo personal, una disculpa por haber escrito aquí, con base en lo que marcaban las encuestas, que (Xóchitl Gálvez) tenía que mandar al diablo a esa alianza desmedrada, podrida, que la llevaría al abismo". ¿Y los demás?

El martes 26 de enero, ante los diputados de Acción Nacional, el presidente Felipe Calderón dijo que "quienes privilegian las maquinarias partidistas, por encima de los ciudadanos, seguirán optando por un sistema político cerrado y bajo su control". Lo más importante, ¿cómo no coincidir?, que "este esfuerzo de transformación debe estar encabezado por los ciudadanos. Si la resistencia viene de los aparatos burocráticos partidistas, deben ser los ciudadanos los que rompan tales aparatos".

Y un guiño interesante: "invitemos a todos a sumarse a la discusión de la reforma política en los diferentes foros de expresión y opinión (...) como las redes sociales en internet". Recordemos cómo en las vísperas de las elecciones federales de 2009, sin acceso a los medios convencionales, sin recursos, atacados por todos los partidos, con una campaña nacional pero desarticulada, los anulistas llegaron a más de 10% en la Ciudad de México.

¿Qué pasará cuando las alianzas contra la restauración del PRI en los estados escale a las redes sociales?

El texto de Héctor Aguilar Camín publicado por Milenio el jueves 28 de enero es lo mejor que he leído a propósito de los dos grandes temas que ahora merecen atención y crítica: la reforma política propuesta por el presidente Felipe Calderón -desde el 2 de septiembre-, y las alianzas de partidos para impedir la restauración del PRI... imaginando el México que queremos tener en 2018. ¿Y si realmente Calderón apuesta por ser el presidente de los ciudadanos, contra los partidos -incluso el propio-, para preparar la permanencia de Acción Nacional en Los Pinos? Sería inteligente a la manera de aquella definición de "inteligencia: la capacidad de tener dos ideas contradictorias y seguir funcionando".

Insiste el viernes 5 de febrero también en Milenio, con un inmejorable resumen de la hipótesis que comparto (y deseo): "la estrategia de alianzas del PRD y el PAN para derrotar al PRI en algunos estados es parte de la estrategia gubernamental hacia la sucesión del año 2012, un camino para impedir lo que hoy parece caer de su peso: el regreso del PRI a Los Pinos (...) La oposición reunida contra el PRI en distintos estados, con un candidato único presentado en la lógica de que es el candidato de los demócratas renacidos contra los priistas autoritarios de siempre, puede dar victorias y encarecer las derrotas con protestas poselectorales. Si las alianzas funcionan en algunos estados, pueden funcionar también el año entrante en las elecciones del Estado de México, donde los votos sumados del PAN y el PRD son mayoría —como en casi todos los estados. Perder las elecciones de su estado desinflaría la candidatura de Peña Nieto y emparejaría automáticamente la carrera por la sucesión presidencial, pues los candidatos sustitutos del PRI parecerían alcanzables por los candidatos del PAN y por los del PRD".

(Por cierto, en su colaboración del martes 16 de febrero expresa que para él esta posición es "esquizofrénica" y "incomprensible").

En cuanto a la alianza del PAN y el PRD contra el PRI particularmente en estados tan atrasados -por tanto, tan cercanos al PRI- como Hidalgo, Oaxaca y Puebla, con candidatos sin partido, el mejor resumen de los argumentos favorables lo he encontrado en el artículo de Denisse Dresser (Reforma, lunes 25 de enero): "Adiós alimañas", diez razones para apoyar las alianzas PAN-PRD.

La riqueza de la discusión, a la que ya debemos entrar de lleno, se muestra en el estimulante artículo de José Woldenberg del jueves 28 de enero en Reforma ("Dos lógicas"), que presenta un excelente resumen de las dos posiciones, con sus argumentos.