viernes, 8 de julio de 2011

Que un año no es nada...

A un año de las próximas elecciones federales, ya ciudadano de Aguascalientes, quiero decir algo.

Recuerdo que en alguna conversación familiar en 2005 me preguntaron quién creía que sería el próximo presidente, y que escribí en un papel que doblé solemnemente: "Felipe Calderón", entonces lejanísimo de quien parecía seguro ganador. Ya no recuerdo mi argumentación, y poco importa.

Recuerdo también que poco después de la elección de 2006 y el exasperante conflicto posterior hice un ejercicio similar en un par de ocasiones. Entonces mi "sobre lacrado" contenía tres nombres de mujeres para la elección presidencial de 2012. Lo lamento de veras, sí me hubiera encantado encontrarme entonces con Amalia García, Beatriz Paredes y Josefina Vázquez Mota.

¿Y a quién le importa esto? Sólo a mí, desde luego, por la nostalgia de amigos que ya no están para hablar de esto. Alguien con quien discutir.

Hace poco me preguntaban acá por quién votaría yo si ahora fuera el momento. Dije, por supuesto, que falta demasiado tiempo y que en el tramo final se multiplicarán los golpes y sólo sobrevivirán los más fuertes, y que podría asombrarnos. Dije por supuesto que no creo y no quiero que gane el PRI -particularmente con Peña Nieto como candidato: me parece un imbécil y me es profundamente antipático-, detesto esa idea, sería una dolorosísima derrota generacional. Y, por supuesto, nunca votaría por López Obrador, ahora mismo el único candidato presidencial que seguramente lo será.

En septiembre -pasado el penúltimo informe presidencial de Calderón y en vísperas de que termine el mandato estatal de Peña Nieto- deberán haberse decidido a disputar (o no) la presidencia Manlio Fabio Beltrones y Marcelo Ebrard, a quienes de hecho imagino como los candidatos del PRI y del PRD. Por el PAN lo será Josefina Vázquez Mota.

Se dice que Beltrones esperaría tiempos mejores y se haría a un lado durante seis años, así como Paredes habría optado por pelear el gobierno del Distrito Federal. Se dice que Ebrard llevaría su miedo a López Obrador hasta la renuncia a la candidatura presidencial a cambio de la presidencia del Senado y de un candidato propio por el GDF. En todo caso, Iztapalapa y Ecatepec serán cruciales.

Imposible saberlo. Una especulación actual dice que, así, habría vencido la estrategia de López Obrador: polarizar a sus votantes contra los de Peña Nieto. Ambos priistas de origen. Como lo es también Ebrard, o sea que...

"¿Por quién votarías ahora?", me pregunta Sandra. Primero, muy probablemente no votaría. Mi decisión de votar dependería de quiénes fueran los candidatos, de su respuesta a la pregunta "¿para qué quieres ser presidente?"

A mí me gustaría poder optar entre Beltrones, Ebrard y Vázquez Mota. Y ahora mismo creo que si así fuera me sería de veras difícil decidir mi voto.

Beltrones y Ebrard, ambos de matriz priista, son los más fuertes representantes de esa corriente socialdemócrata que no termina de imponerse -que no termina de definirse- tanto en el PRI histórico como en su hijo no reconocido, el PRD. Beltrones ha diseñado alternativas completas (principalmente en gobernación y en hacienda) en un sentido verdaderamente novedoso en la teoría, pero ha sido incapaz tanto de implantarlas en el discurso colectivo de quienes hacen política en México, como de oponerlas a los planteamientos simplones comunes en el ejercicio y la disputa del poder. Ebrard es portador de politicas públicas interesantes por los segmentos de población que atiende, aunque no logra alejarse de las tentaciones asistencialistas y corporativas que habitualmente sesgan tales intentos.

Vázquez Mota tiene ya a su favor -como Calderón en su momento- la imagen de ser una candidata no oficial, que viene consistentemente desde atrás. Y, creo, lo más importante en el momento político actual: es mujer, algo definitivamente diferente en nuestra tradición. Una mujer fuerte, inteligente, decidida, que puede continuar doce años de gobiernos de derecha con un nuevo estilo.

Me gusta la conclusión de los libritos de Castañeda y Aguilar Camín, y con esa me quedo. Creo que esa es la clave: ¿qué México queremos ser en 2018?

Por otra parte, hoy advierten Carlos Tello Díaz ("En el verano de 2000, la democracia fue salvada -en apariencia- porque sucedió el mejor escenario: el triunfo del candidato de oposición por un margen amplio. En cambio, en el verano de 2006 estuvo a punto de sucumbir porque ocurrió el peor escenario: la victoria del candidato del gobierno por un margen muy estrecho. ¿Qué va a suceder en el verano de 2012? No lo sé, aunque podemos estar seguros de una cosa: los perdedores no van a aceptar su derrota") y Héctor Aguilar Camín ("Las elecciones del domingo pasado me han hecho pensar que en 2012 ni siquiera una victoria por amplio margen será suficiente para evitar un conflicto poselectoral. Este fin de semana vimos a la izquierda descalificar como 'elección de Estado' una contienda, la del Estado de México, que perdieron ¡por 40 puntos!") Es otro tema.

(Y otro tema mayor, propuesto el miércoles 12 de julio por Héctor Aguilar Camín: "No sé, con la tormenta en el horizonte, si una embarcación tan desgastada como el IFE va a ser parte de la solución o es parte del problema". Y provoca: "Creo que los consejeros deberían preguntarse seriamente si no han llegado a su límite crítico, si la verdadera manera de salvar el barco no es hundirlo, reconociendo su fragilidad y convocando a la nación a una emergencia antes de que llegue la tormenta verdadera. ¿Cómo? Renunciando todos").

Para seguir pensando.

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